No te contentes con sobrevivir.
Marisol Achirica
Psicoterapia Espiritual
¿Te has preguntado cómo es que hay algunas parejas que se aman verdaderamente, resuelven sus conflictos en armonía, se apoyan, se divierten y proveen a sus hijos de un ambiente positivo para crecer cuando tú has crecido y vives en una realidad distinta?
Muchas personas aprendieron que aceptar la derrota como una virtud. Nos conformamos con una vida emocional-espiritual mediocre, insatisfactoria. Es verdad que es una virtud saber ser feliz con lo que se es y con lo que se tiene pero eso no quiere decir que no podamos o, peor, no debamos, soñar, desear y saber que merecemos una vida de amor, paz y gozo y que se la podemos dar a nuestros hijos e hijas.
Desear una vida feliz, plena, no se contrapone con la capacidad de ser felices en tu realidad. Dar pasos acertados para dejar de cometer errores y aprender nuevas habilidades no se opone a aceptar con paz tus dificultades y carencias.
No te compares con nadie más, no compares tu relación de pareja con la de nadie más, no compares a tu familia con ninguna otra. Cada persona y relación es una forma de manifestación de la conciencia del universo, con un propósito, vida y desarrollo propio, dilemas propios, soluciones propias.
La familia existe para aprender a amar y afrontar problemas, para que todos los miembros evolucionen a través de los retos de su existencia. Lo que para unas familias es correcto y benéfico, para otras puede ser precisamente lo que deben cambiar.
“La familia es el teatro del drama espiritual, el lugar donde las cosas ocurren, especialmente las cosas que importan”.
G.K. Chesterton
Cada familia existe para manifestar, encarnar el amor en una de sus infinitas variedades. Así como el universo es infinito e infinitamente variado, la naturaleza incesantemente creativa, diversa, dinámica, bella, terrible, llena de vida, llena de muerte, así somos los seres humanos y nuestras relaciones pues toda. la humanidad ha surgido de este mismo universo, de esta misma naturaleza del planeta Tierra.
Lenta pero inexorablemente se ha ido despojando a la familia de su soberanía, de su profundidad, de su propósito, de su trascendencia, de su fuerza y valor sagrado. Este valor sagrado no requiere la pertenencia a una religión, sino al valor de la familia como seno, cuna, campo fértil para las semillas de la sabiduría, el desarrollo máximo del potencial humano, las primeras experiencias de trascendencia, espiritualidad y sentido profundo de la existencia. Es la primera escuela de la Resiliencia y el Verdadero Amor, de la Esperanza a pesar de todo y de la Fé en que somos sostenidos por algo más grande que nosotros, diferente y a la vez igual, que nos ama profundamente e incondicionalmente y que al mismo tiempo empuja nuestra evolución y despertar.
Tenemos la experiencia de no sentirnos relevantes, de formar familias que se sufren más que gozarse, de mantener relaciones que nos hunden más que hacernos brillar en todo nuestro potencial y no tiene que ser así.
Los cambios y las transformaciones pueden implicar esfuerzo y sufrimiento pero tal vez has olvidado que también implican libertad, alivio, despertar y que tal vez el dolor del cambio es menor al sufrimiento de vivir atrapado en una vida que resulta ser más una mentira que tu verdadera esencia de plenitud, realización y armonía.
Como dice el proverbio chino, un viaje de 1000 millas comienza con un solo paso, y así tu primer paso hacia la verdad de tus relaciones, de tí mismo(a), de tu familia como mensaje al mundo puede comenzar hoy, en este momento, aquí y ahora.
Es mi mayor deseo que en este sitio encuentres lo que necesites para brillar e iluminar la vida de todos a tu alrededor, para que tu relación de pareja y familia sea fuente de reposo y contento para tí y de inspiración para la humanidad.
«Nadie enciende una lámpara para esconderla» (Lc 11,13)