¿Estamos perdiendo a nuestras familias?

«Hacer feliz a la familia humana es el único objeto posible de toda educación, como de toda civilización».

G.K. Chesterton, The Merry-Go-Round, junio de 1924.

«Hay un ataque a la familia; y lo único que se puede hacer ante un ataque es atacarlo».

G.K.’s Weekly, 5 de octubre de 1929.

Como madre mexicana y terapeuta familiar con más de veinte años de experiencia clínica, soy testigo de una peligrosa transición de nuestros valores tradicionales a «otros» valores. Ninguna sociedad o cultura es perfecta; la evolución forma parte de la humanidad. Sin embargo, estar en una relación con un hombre suizo y acceder a un mundo globalizado me da una mejor perspectiva de lo que siempre ha sido bueno en nuestro entorno cultural y no debe perderse. No profundizaré en la cultura mexicana ni en sus defectos. Sin embargo, hablaré de la familia como uno de los valores más elevados en América Latina, junto con el catolicismo, que venera una familia divina unida y amorosa: la Santísima Trinidad con María incluída.

Una vez más, no puedo hablar aquí del catolicismo y sus fechorías o ideas equivocadas a lo largo de la historia (ya no soy católica, pero me esfuerzo por ser una verdadera cristiana, ya que crecí católica e incluso tuve la intención de hacerme monja hace muchos años). Sólo diré que en América Latina, la familia es sagrada en el plano material, y en el plano inmaterial, Dios es también toda una familia divina. Pensadores como C.S. Lewis, G.K. Chesterton,

«El cristianismo siempre fue una religión doméstica. Comenzó con la Sagrada Familia»,

Illustrated London News, 5 de julio de 1919

Carl Jung y Richard Rohr, entre otros, han visto las enormes implicaciones de perder la familia terrenal y divina como nuestros valores más elevados. Aquí hablaré del más evidente: ¿Qué sustituye a ese valor? Si nuestras familias no están entre nuestras máximas prioridades, ¿Qué está ocupando su lugar?

He aquí algunas posibilidades basadas en mis observaciones y experiencia:

  • Dinero, posesiones materiales, lujo
  • Trabajo, éxito, estatus, poder
  • Fama, importancia, relevancia
  • Represalias, venganza, revancha, «justicia».
  • Diversión, placer, adicciones

La primera pregunta es: ¿Qué ha sustituido a los valores culturales que dan prioridad a la familia como fundamento de la sociedad y cuna y primera expresión de la libertad, ya que uno es libre de construir una familia a su gusto?

«La familia es la prueba de la libertad porque la familia es lo único que el hombre libre hace para sí mismo y por sí mismo. Otras instituciones deben ser en gran parte hechas para él por extraños, sean las instituciones despóticas o democráticas. No hay otra manera de organizar la humanidad que pueda dar este poder y dignidad, no sólo a la humanidad sino a los hombres.»

A Defense of Dramatic Unities, Fancies vs. Fads.

La segunda pregunta es: ¿Quién se ocupa ahora de nuestra familia? Y no creo que encontremos aquí respuestas tranquilizadoras, ya que quienes se ocupan de nuestra familia tienen a menudo otros intereses como razón para prestar sus servicios, por ejemplo:

*Colegios, guarderías, internados

*Niñeras, familiares, tutores

*Pantallas, Internet, TV, redes sociales

*Pandillas, sectas, secuestradores, pervertidos

Siento ser tan directa. Lo que no cuidamos se convertirá en la presa de un depredador o en el negocio de alguien que puede ser honesto y meticuloso, pero que sigue teniendo su negocio como prioridad principal. Incluso las Instituciones de Salud, donde trabajé en México durante 12 años, no priorizan a tu familia en sus políticas. Todos están haciendo currículum y cuidando de sí mismos, no de tu familia.

«Casi nadie (fuera de una determinada prensa religiosa) se atreve a defender a la familia. El mundo que nos rodea ha aceptado un sistema social que niega la familia. A veces ayudará al niño a pesar de la familia; a la madre a pesar de la familia; al abuelo a pesar de la familia. No ayudará a la familia».

G.K.’s Weekly*, 20 de septiembre de 1930.

Así que, si sigues leyendo, eres lo suficientemente duro como para cuestionarte: ¿Estás cuidando realmente de tu familia? ¿Eres realmente tú quien educa a tus hijos? ¿Está tu matrimonio realmente en tus manos? ¿Eres el capitán de tu barco?

En México tenemos un dicho: «Cuando veas las barbas de tu vecino cortar, pon las tuyas a remojar» y otro: «Nadie experimenta en cabeza ajena». ¿Esperaremos a que sea demasiado tarde aunque ya lo veamos venir?

¿Aprenderemos de las tasas de depresión, ansiedad, divorcios, adicciones, autolesiones y suicidios de nuestros vecinos? Lo único que hace falta es que nosotros, como padres, demos prioridad a nuestra familia y seamos los primeros educadores de nuestros hijos según unos valores meditados y decididos conscientemente. La única forma de prevenir los problemas de salud mental es compartir un vínculo verdadero, fuerte y afectuoso con la familia que nos hemos construido.

«Nunca volveremos a la cordura social hasta que empecemos por el principio. Debemos empezar donde empieza toda la historia, con un hombre y una mujer, y un niño, y con proveerles de la libertad y derecho de propiedad que éstos necesitan para su plena humanidad.»

G.K. Chesterton, Illustrated London News, 3 de mayo de 1919.


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